Afecta, aproximadamente, al 14% de nuestra población, sobre todo a partir de los 50 años y en casos de sobrepeso y obesidad. Sin embargo, la mitad de los pacientes diabéticos desconoce que lo son. Un diagnóstico temprano permite detener la progresión de la enfermedad y evitar complicaciones que pueden incluso comprometer la vida del paciente.
La Dra. Pilar García Durruti, especialista en Endocrinología y Nutrición y directora de la Unidad de Diabetes del Hospital Universitario HM Montepríncipe, nos da las claves para prevenirla, diagnosticarla a tiempo y mantenerla bajo control.
Una diabetes no diagnosticada es una diabetes no controlada, con el impacto que esto puede tener a largo plazo sobre nuestro organismo. "En primer lugar —explica la Dra. García Durruti— se relaciona con el deterioro progresivo de las grandes arterias, por esto, la complicación más importante son las enfermedades cardiovasculares, principal causa de mortalidad prematura entre los diabéticos". De hecho, añade, "los adultos con diabetes tienen una probabilidad entre tres y cuatro veces mayor de padecer un infarto agudo de miocardio o un ictus que la población no diabética".
Asimismo, el deterioro de arterias más pequeñas puede ocasionar otros problemas como retinopatía diabética -con el riesgo de ceguera que esta conlleva-, alteración del funcionamiento de los riñones -pudiendo derivar en una insuficiencia renal-, trastornos de la sensibilidad –especialmente en los pies-, mala cicatrización o impotencia, entre otras.
En suma, "la diabetes aumenta entre y dos y cuatro veces el riesgo de enfermedad coronaria y de enfermedad vascular cerebral; es la causa más frecuente de amputación no traumática de extremidades, de enfermedad renal terminal y de ceguera y reduce la esperanza de vida unos 15 años".
Sin embargo, estas complicaciones no tienen por qué darse y "si el paciente está bien controlado y mantiene cifras de glucosa, lípidos y presión arterial en rangos adecuados, el riesgo de sufrir cualquiera de las citadas complicaciones se reduce considerablemente", apunta la Dra. García Durruti. Y es que, si bien la diabetes es una enfermedad "seria", a la que no debemos restar importancia, el control de la enfermedad puede hacer que estas personas tengan "una vida larga, saludable y feliz". Para ello, es fundamental su manejo multidisciplinar.
Prevenir
Como explica la Dra. García Durruti, la diabetes tipo 2 se puede prevenir si seguimos un estilo de vida saludable, evitando el sobrepeso y la obesidad. Para ello, se recomienda seguir la Dieta Mediterránea, hacer ejercicio físico de forma regular, moderar el consumo de alcohol y decir un "no" rotundo al tabaco.
Además, en personas de riesgo conviene hacer un chequeo preventivo, al menos, una vez al año. "Entre estas personas —subraya— se encuentran aquellas con exceso de peso, antecedentes en la familia de otras personas con diabetes, mujeres que han padecido diabetes durante algún embarazo o que tuvieron hijos que al nacer pesaban más de 4 kilogramos, haber tenido en alguna ocasión un valor de glucosa en sangre ligeramente elevado (entre 100 y 125 mg/dl), personas sedentarias que no realizan ningún ejercicio o personas que padezcan hipertensión arterial o elevación de los valores de colesterol o triglicéridos en sangre".
Además, como recomienda la Asociación Americana de Diabetes, se aconseja la medición de la glucosa en todas aquellas personas que, aun no teniendo síntomas, sean mayores de 45 años. "Si el resultado es normal —por debajo de 100 mg/dl— se repetirá la medición cada 3 años", apunta
Control
En el caso de la diabetes tipo 2, no siempre es necesario el trata- miento farmacológico y basta con modificar el estilo de vida. De hecho, "sólo cuando con dieta y ejercicio no se consigue mantener los niveles de glucemia dentro de un rango normal, se inicia el tratamiento farmacológico. Actualmente, además, se tiende a evitar el tratamiento con insulina en este tipo de diabetes, ya que dificulta el control del peso y preferimos optar por fármacos que favorezcan la acción y la secreción de la insulina endógena o que vayan encaminados a facilitar la pérdida de grasa abdominal".
Dieta y ejercicio son, por tanto, las claves del manejo en diabetes tipo 2. Con respecto a la primera, aconseja "seguir una dieta variada y equilibrada en cuanto a la proporción de nutrientes, es decir, cuyo contenido en carbohidratos no sea nunca inferior al 45-50% y el de grasas no supere el 30%". Además, advierte, "de manera general, no aconsejamos tomar 'alimentos para diabéticos' como tampoco prohibimos de forma taxativa ningún alimento. Recomendamos a las personas con diabetes seguir una alimentación lo más parecida al resto de su familia y sólo en el caso de que se trate de una persona obesa deberá seguir una dieta baja en calorías".
En cuanto al ejercicio físico, hace hincapié en que "numerosos estudios han demostrado que su práctica regular ejerce un efecto preventivo y terapéutico sobre diversas enfermedades como la diabetes tipo 2, el síndrome metabólico o las afecciones cardiovasculares".