En este sentido, la sociedad reconoce los avances sanitarios en esta área, pero también considera que dicha medicalización puede ser, en determinadas ocasiones, excesiva, y que sería más prudente ofrecer una asistencia individualizada a cada mujer en función de sus circunstancias y las necesidades de su parto.
Para ello se han realizado cambios que abarcan diferentes aspectos, todos ellos basados en la evidencia y el empleo individualizado de la tecnología, y que serán factibles siempre que no existan complicaciones materno-fetales, aplicando de forma prudente los recursos técnicos y humanos disponibles para lograr un equilibrio entre el respeto a la evolución fisiológica del parto y la seguridad materno-fetal.