Tu bebé asoma la cabeza al mundo exterior, abre la boca y el aire entra en sus pulmones. Enseguida, pone en marcha el dispositivo de adaptación. Los músculos respiratorios impulsan el aire hacia los pulmones, hasta ahora llenos de líquido amniótico.
Tras ligar el cordón umbilical, la sangre de su corazón pasará a los vasos pulmonares para obtener el oxígeno.
Ya no necesita la placenta. Su arteria pulmonar se abre, y los conductos que hasta ahora le aseguraban la circulación sanguínea sin pasar por los pulmones, se cierran. Así se establece la conexión corazón-pulmones.
Durante el tiempo en que se inicia este mecanismo, el bebé tiene un doble sistema de seguridad para el aporte de oxígeno: el cordón umbilical, que sigue latiendo unos minutos, y la respiración pulmonar. Cortar el cordón una vez ha dejado de latir es regalarle un extra de oxígeno y de hierro que le ayudará en su adaptación al nuevo medio.
La respiración del bebé será irregular hasta que domine la técnica, pero ahora ya es independiente.
Pesa unos 3217 g
* Las medidas que se aportan son orientativas porque pueden variar para cada bebé en función de su sexo, raza, constitución de los padres.
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