Según informa la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2020), el suicidio es la cuarta causa principal de muerte entre los jóvenes de 15 a 19 años, aumentando considerablemente en la última década, siendo esta el doble para los hombres que para las mujeres.
En cuanto a datos más concretos a nivel mundial, la OMS (2022) señala una situación preocupante, 100.000 suicidios en adolescentes en todo el mundo, con una tasa de 9 por cada 100.000 habitantes, siendo la mayoría en países de medios y bajos ingresos (77%).
En España, la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP, 2022) en su informe, estimó que el 30% de los menores presentaron ideación suicida en algún momento, el 10% lo intentaron y un 2% requirieron atención médica, además calculan que el 18% de los menores (menos de 18 años) se infligieron autolesiones.
Hablando ahora de las causas que puede llevar al suicidio en los adolescentes, los estudios señalan que estas son multifacéticas y complejas, entre las que encontramos:
- Problemas de salud mental: La depresión, la ansiedad y otros trastornos mentales son prevalentes en los adolescentes y la falta de acceso a un tratamiento e incluso a ayuda profesional, agrava estos problemas.
- Acoso escolar: el bullying o ciberbullying puede llevar a los adolescentes a sentirse aislados y desesperanzados.
- Presión académica y social: Las expectativas académicas y sociales pueden ser abrumadoras, especialmente a día de hoy donde las redes sociales amplifican la percepción de éxito y fracaso.
- Problemas familiares: La disfunción familiar, el abuso y la negligencia contribuyen significativamente al malestar emocional de los jóvenes.
Una vez reconocidas las causas y los factores de riesgo que presenten los adolescentes, es importante conocer las señales de alarma ante un intento de suicidio, con el fin de ofrecer una intervención temprana y eficez. Por ello, algunas de las señales de alarma que nos podemos encontrar antes de un intento de suicidio son:
- Cambios drásticos en el comportamiento o personalidad.
- Pérdida de interés en actividades que antes disfrutaban.
- Aislamiento social, familiares y amigos.
- Cambios en los hábitos de sueño y alimentación.
- Expresiones de desesperanza o comentarios sobre querer morir.
La importancia de la prevención
Teniendo en cuenta los altos datos de prevalencia, el trabajo en la prevención del suicidio en adolescentes se muestra de real importancia, la cual requiere de un enfoque multifactorial, lo que incluye tanto la educación y concienciación en las escuelas, la formación de los profesionales de la salud, líneas de ayuda y el apoyo y acompañamiento a las familias.
- Educación y concienciación: Implementar programas de salud mental y el acoso escolar, creando un entorno seguro.
- Acceso a la Salud mental: garantizar que los adolescentes tengan acceso accesible y de calidad.
- Apoyo familiar: Las familias deben aprender a reconocer los signos de advertencia y como ofrecer apoyo sin juzgar.
- Intervenciones tempranas: La detección temprana y la intervención puede salvar vidas.
Por todo ello, el suicidio en los adolescentes no debe ser un tema tabú. Hablar abiertamente sobre los desafíos que enfrentan los jóvenes y proporcionar los recursos necesarios puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Al reconocer y actuar sobre los signos de advertencia, podemos salvar vidas y ofrecer a los jóvenes un futuro lleno de esperanza y posibilidades. Es responsabilidad de todos crear un entorno donde los adolescentes se sientan seguros, escuchados y valorados. Solo así podremos comenzar a revertir esta tendencia.
Autor: Paula Verdejo y Natalia Moreno
Psicóloga del Máster General Sanitario de Psicología de la Universidad Europea y Coordinadora Responsable de la Unidad de Atención Psicológica Especializada de HM Hospitales
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