Depresión Postparto

El parto es una situación vital estresante. Pese a esto, no todas las madres experimentan tristeza tras el parto, aunque cierto es que la ciencia ha demostrado que es mucho más común de lo que podemos llegar a pensar. Por ello, es importante diferenciar entre una tristeza adaptativa y funcional después del parto, cuya sintomatología es leve, a una sintomatología más grave, duradera e intensa, que puede llegar a interferir en la vida de la mujer.

Como tristeza adaptativa y funcional podemos encontrar la reacción depresiva puerperal o baby blues. Es el período postparto que ocupa los primeros días e incluso el primer mes después de dar a luz, donde las madres sufren alteraciones hormonales y psicosociales, y que afecta a un 30-75% de las mujeres (Lara et al., 2012). 

La sintomatología más común son los cambios de humor, la tristeza, agitación e incluso la desesperación. Su etiología se debe generalmente al cambio hormonal, donde estudios científicos han podido determinar como la disminución del triptófano (precursor de la serotonina, hormona de la felicidad), la desregulación en la tiroides y alteración en la progesterona son las que afectan al estado de ánimo (Dois Castellón, 2012). Normalmente su duración puede ir desde unos días hasta unos meses y su alivio suele ser espontáneo sin la necesidad de tener un tratamiento específico (Lara et al., 2012). 

Por otro lado, la depresión postparto, a diferencia del baby blues, es el trastorno anímico prevalente asociado al nacimiento. Tiene una prevalencia entre el 10% y el 15% (Adam Torres ,2014; Lara et al., 2012) y repercute tanto en la salud física, como mental de la madre. En la mayoría de los casos remite por sí solo entre los tres y seis meses, sin embargo, en otros puede convertirse en un trastorno crónico y debería recibir tratamiento específico (Adam Torres, 2014). 

La sintomatología más común de la depresión postparto es la tristeza, angustia, problemas de sueño, falta de energía, cambios de peso, alteraciones gastrointestinales, irritabilidad, culpabilidad e incluso ideación suicida en los casos más graves, así como pensamientos relacionados a “no debería haber sido madre” o “no voy a ser capaz de cuidar a mi hijo” (Adam Torres ,2014; Lara et al., 2012).

En resumen, y como se ha comentado al principio del artículo, el parto se considera una situación vital estresante, por lo que es normal que las madres tengan una respuesta corporal estresante tanto a nivel hormonal como emocional, siendo esta completamente adaptativa. El problema aparece cuando esta respuesta se cronifica en el tiempo, y empieza a afectar al funcionamiento de la vida cotidiana de la madre, volviéndose patológica (Barrio et al., 2006).

Por ello, se recomienda que, si conoces a alguien que pueda tener esta sintomatología después de dar a luz, es importante evitar comentarios como “no deberías estar así”, “tú elegiste ser madre”, “ser madre es lo más bonito que te puede pasar” etc. Estos comentarios no sólo invalidan lo que puede estar sintiendo la madre, sino que estigmatizan cómo se está sintiendo y ralentiza el momento de pedir ayuda. En este sentido, múltiples estudios nos dan a conocer la importancia de la intervención psicológica temprana, dado que el trastorno depresivo puede afectar al vínculo maternofilial y con ello influir en el desarrollo de apego del menor (Lara et al., 2012).


Autora: Noelia Fuentes y Natalia Moreno

Psicóloga de la Unidad de Atención Psicológica de HM Hospitales y Coordinadora Responsable de la Unidad de Atención Psicológica Especializada de HM Hospitales.

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