Pero… ¿es malo tener miedo?, el miedo se trata de una emoción primaria y adaptativa para los seres humanos, es una respuesta básica de supervivencia, sin embargo, puede ocurrir que se experimenten reacciones de miedo ante circunstancias que no suponen un riesgo real y que, además, si son muy intensas puede provocar un elevado malestar en la persona, desencadenando un deterioro significativo en su vida (Gamo, 2012). Es en ese momento cuando el miedo se transforma en algo completamente desadaptativo, llamado ansiedad o fobias, siendo miedos irracionales y excesivos ante circunstancias que no suponen un riesgo real. Este miedo lo podría desencadenar la propia situación o inclusive la anticipación de la misma.
Las personas que sufren de algún tipo de fobia, experimentan ansiedad al exponerse ante el estímulo amenazante o ante la anticipación de este. Así mismo, refieren que las reacciones que sufren son automáticas, incontrolables y basadas en miedos irracionales, siendo este último punto, clave para poder trabajar a nivel psicológico con ellas.
No obstante, el miedo que sufren las personas fóbicas no es exclusivamente al estímulo fóbico, sino que también les puede atemorizar el hecho de perder el control de sí mismos, tener que pedir ayuda a terceros o el miedo a las propias sensaciones de ansiedad (Bados López, 2006). El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), clasifica las fobias en tres categorías diagnósticas: fobia social, agorafobia y fobias específicas. Dentro de estas últimas, las fobias específicas se categorizan en cinco grandes grupos según el tipo: animal, entorno natural, sangre-inyecciones-heridas, situacional y de otro tipo. Sin embargo, aunque el estímulo fóbico de cada una de ellas sea muy concreto, específico y diferente, todas comparten un mismo patrón de comportamiento, protagonizado por: pensamientos anticipatorios y catastróficos sobre el estímulo o las consecuencias catastróficas del mismo, la evitación de situaciones temidas o la huida/ escape ante la presencia del estímulo fóbico, siendo la comunalidad de estos patrones los que hacen posible la intervención con un tratamiento de referencia para todas ellas (Gamo, 2012).
Por lo tanto ¿existiría algún tratamiento para superar las fobias? La respuesta es sí, de hecho, existe abundante evidencia científica sobre el uso de técnicas cognitivo-conductuales para su tratamiento, siendo las intervenciones terapéuticas de elección las basadas principalmente en la Técnica de Exposición Gradual con Prevención de Respuesta (Wolitzky-Taylor et al., 2010). Esta técnica consiste en que la persona se enfrentaría de forma gradual y bajo supervisión del terapeuta a las situaciones que teme, ya que estás son irracionales y la probabilidad de que ocurra lo que se teme es nula o mínima. Por lo tanto, la exposición a estas situaciones generaría un fenómeno conocido como habituación, haciendo que la ansiedad y los pensamientos negativos asociados a este estímulo desaparezcan. El autor Yerkes-Dodson (1972), señalaba que la curva de ansiedad tiene forma de “u invertida”, lo que significa que, llegados al punto más alto de la curva, la ansiedad desciende hasta desaparecer, por eso enfrentarnos a situaciones temidas sin huir de ellas nos permitiría comprobar que esas sensaciones ansiógenas que nos asustan o nos generan ansiedad desaparecen y son controlables.
Por todo ello, aquellas personas que se puedan identificar con una fobia o con elevados niveles de ansiedad, es aconsejable que pidan ayuda especializada con el fin el de abordarlo a través de un tratamiento psicoterapéutico, ya que como se ha mencionado previamente, hoy en día existe abundante evidencia científica sobre la eficacia del uso de técnicas cognitivo-conductuales para este tipo de trastornos.
Autora: Patricia Aniento y Natalia Moreno
Psicóloga del Máster General Sanitario de Psicología UCJC y Coordinadora Responsable de la Unidad de Atención Psicológica Especializada de HM Hospitales
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