Las obsesiones son pensamientos, imágenes o impulsos recurrentes y no deseados que generan una ansiedad elevada, mientras que las compulsiones son comportamientos repetitivos que buscan reducir la ansiedad asociada con las obsesiones. Por ejemplo, alguien con obsesiones sobre la contaminación puede realizar compulsiones de lavado de manos excesivas (DSMV, 2013). Un aspecto importante, y por el que muchas personas con este diagnóstico piden ayuda psicológica, es la gran interferencia que este problema les genera en su vida cotidiana, ya que estas pueden pasar una cantidad significativa de tiempo realizando compulsiones o realizando conductas evitativas sobre aquellas situaciones que desencadenan sus obsesiones.
La prevalencia de este trastorno, en comparación con otros, como por ejemplo el trastorno de ansiedad o el trastorno depresivo, es bastante menor. En España, se ha encontrado una prevalencia de 1,1% en los dos sexos, aunque suele ser mayor en el sexo masculino entre los 15 y 25 años (Ministerio de Sanidad, 2021), y suele ser más común en las edades intermedias, siendo más identificado en hombres hasta los 35 años. A partir de este punto, su prevalencia se inclina ligeramente hacia las mujeres. Se destaca, además, la disparidad social de la enfermedad, mostrando una mayor prevalencia en aquellos con niveles más bajos de ingresos.
En resumen, podríamos decir que es un trastorno que puede afectar a cualquier persona, independientemente de su edad, pero a menudo suele emerger en la adolescencia o la adultez temprana.
En cuanto al diagnóstico del TOC, éste se basa principalmente en dos características, las obsesiones y las compulsiones, que según los criterios diagnósticos que caracterizan por (DSM V, 2013) serían:
Obsesiones:
1. Pensamientos, impulsos o imágenes mentales que se repiten constantemente. Estos pensamientos, impulsos o imágenes mentales son indeseados y causan mucha ansiedad o estrés;
2. La persona que tiene estos pensamientos, impulsos o imágenes mentales trata de ignorarlos o de hacer que desaparezcan.
Compulsiones:
1. Conductas (por ejemplo, lavarse las manos, colocar cosas en un orden específico o revisar algo una y otra vez como cuando se verifica constantemente si una puerta está cerrada) o pensamientos (por ejemplo, rezar, contar números o repetir palabras en silencio) que se repiten una y otra vez o según ciertas reglas que se deben seguir estrictamente para que la obsesión desaparezca;
2. La persona siente que el propósito de estas conductas o pensamientos es prevenir o reducir la angustia, o evitar una situación o acontecimiento temido. Sin embargo, estas conductas o pensamientos no tienen relación con la realidad o son claramente exagerados.
Así mismo, otro aspecto importante a señalar como se ha comentado anteriormente es la interferencia que este tipo de pensamientos o conductas generan en la vida de la persona.
¿El TOC tiene tratamiento?
Cuando hablamos del tratamiento del TOC, es importante distinguir dos grandes enfoques: La terapia psicológica y la terapia farmacológica. La valoración de cada caso particular permitirá seleccionar el mejor de los abordajes terapéuticos, ya sea farmacológico, psicológico o una combinación de ambos (Woody et al., 2019).
Centrándonos en el tratamiento psicológico, una de las más utilizadas es la terapia cognitivo-conductual, que se centra en cambiar patrones de pensamiento y comportamientos disfuncionales. La psicoeducación sobre el trastorno, las obsesiones y las compulsiones que lo caracterizan es esencial para una mejora en el bienestar del paciente, así como del de su entorno (Woody et al., 2019).
Así mismo, la conciencia pública y la comprensión de este trastorno es esencial para reducir el estigma asociado con los problemas de salud mental, así como la búsqueda de ayuda profesional y el apoyo de amigos y familiares.
Autora: Aritz Gómez y Natalia Moreno
Psicólogo del Máster General Sanitario de Psicología y Coordinadora Responsable de la Unidad de Atención Psicológica Especializada de HM Hospitales
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